“Nunca subestimes
el poder de la negación”, le decía el joven dealer de Belleza Americana a Kevin
Spacey cuando éste le preguntaba cómo su padre ingenuamente creía que semejante
fortuna era generada por su trabajo como camarero.
Fernández ganó
con el 48% de los votos vs 40% de Macri. Los 12 puntos restantes se repartieron
en 6 para Lavagna/Urtubey y 6 para los otros 3. Me interesa centrar la atención
sobre 3 de las reacciones que he visto en gran parte de los votantes de
Cambiemos, con quienes apenas comparto la desazón por la vuelta del
kirchnerismo.
1)
“Gracias,
Lavagna, Gómez Centurión y Espert por traernos de vuelta al kirchnerismo”. ¿En serio? ¿Saben sumar? Despejemos el
3,2% que suman Espert y Gómez Centurión y olvidemos que los 2 puntitos de Del
Caño lo ponían a Alberto arriba del 50% ¿Pensarán tal vez que los votantes del
ex ministro de economía de Duhalde y de Kirchner, cuyo frente electoral está conformado
en su totalidad por peronistas, prefería a Cambiemos? ¿Tan buenos se consideran
como para creer que 9 de cada 12 de los que votaron fuera de la grieta habrían
elegido a Macri? ¿Qué tan republicano es pedir a los otros espacios políticos
que se bajen para dejarlos a ellos “salvar la República”? Ante tamaña falta de
autocrítica vayan apenas estas tres críticas externas:
a.
Si hubieran
hecho lo correcto desde el primer día (bajar gasto público e impuestos, desregular,
abrirse al comercio, restituir el estado de derecho) habría llegado realmente
la tan mentada lluvia de inversiones y otra sería su popularidad con un país
creciendo a tasas chinas. Poco y nada hicieron en este sentido, ni con shock ni
gradualmente.
b.
Sea por
cintura política o por Durán Barba o por profundas convicciones ideológicas -me
da igual- se cagaron en el voto republicano que pedía reformas de fondo. Todo
para congraciarse con el progresismo que los detesta hagan lo que hagan.
Mientras descansaban a los “liberalotes plateístas” que les mostraban lo que no
querían ver, montaban corsos y carnavales de la juventud porque “en todo estás
vos”. Al final Vicky Donda y Dady Brieva les votaron en contra. ¿Quién lo
hubiera dicho?
c.
¿En
qué quedamos? ¿Sí se puede o no se puede? Cada vez que les cuestionás algo te
saltan con la cantinela de: “lo que pedís es imposible”, “te prenden fuego el
país”, “Macri quiere lo mismo que vos pero tiene conciencia social/cintura política”,
“pasa que el peronismo…”, “vos porque no gobernás”, “como si fuera tan fácil”. Aumentar
el gasto social, informatizar trámites innecesarios, mantener controles de
precios, regulaciones absurdas, proteccionismo económico, asistencialismo,
impuestos asfixiantes, empresas estatales… son todas prácticas que los K usaron
para robar pero Cambiemos usó para el bien, por supuesto. Yo veo en esto las
causas del drama pero para ellos fue apenas mala praxis. La fatal arrogancia de
la que hablaba Hayek.
2)
“A
los monos hay que darles bananas” “se merecen ahogarse en su mierda” “deberían
poner requisitos para votar (edad, secundario, etc)”
Un clásico. A la fiesta de la democracia se le acaba la música cuando los
energúmenos del otro lado despliegan su ingratitud para con el gobierno
benefactor. Sea por ignorancia, sea por ceguera o por los motivos más ruines,
el pueblo acaba equivocándose inexorablemente. Lo mismo dijeron los K cuando ganó
Macri: “no supimos llegar con el mensaje”, “falló la comunicación”. Parece que
se trata de hacerles entender a los monos planeros o a los oligarcas antipueblo
cuál es el camino correcto. Comparto con ambos bandos el desprecio por la
democracia como mecanismo para tomar decisiones. No me canso de repetir la
brillante frase de Benjamin Franklin: democracia son dos lobos y un cordero votando
qué almorzar. La salida que proponía la Constitución de Alberdi eran
instituciones básicas que mantuvieran a los gobernantes a raya y a los
individuos a salvo de las mayorías circunstanciales. No se trata de que unos
redistribuyan bien lo que otros redistribuían mal. ¿Les sigue pareciendo tan buena
la ley de extinción de dominio ahora que van a gobernar los otros? Muy lejos han
quedado principios como la igualdad ante la ley, la libertad para circular o
comerciar libremente y el derecho a que te dejen en paz. En definitiva, el
punto que señalan brutalmente es que no es justo que otros decidan sobre mí,
sobre todo cuando pienso exactamente lo contrario.
Los ingenuos que ven en el peronismo al que va a salvar a los pobres de las
garras de la plutocracia no se dejan convencer por los ingenuos que creen que los
muchachos de Cambiemos ahora sí aprendieron la lección y esta vez van a resolverle
los problemas a la gente. Seguro nos acusarán de ingenuos a quienes creemos que
en Argentina es posible una república liberal bien entendida. Puede ser, pero
el punto central es que en esta última las decisiones y su consecuente
responsabilidad recaen sobre cada individuo y no ya por un bando de “buenos”
avasallando a los “malos”. Dejen, políticos, no nos cuiden más.
3)
Secesión:
Hagamos un país con la franja amarilla del medio (Mendoza, San Luis, Córdoba, Santa
Fe, Entre Ríos y CABA).
Esto podría ser el principio de algo muy interesante. La bronca de unos es
tener que vivir en el país que proponen los otros. No parece tan delirante proponer
dos (o más) modelos de país y que cada quien viva en donde se sienta más a
gusto. ¿Por qué en vez de quedar sometidos a los designios de aquel demonio que
ocupe el sillón de Rivadavia no segmentamos el territorio en jurisdicciones autónomas,
que cada uno viva en donde prefiera y todos felices? Se van a caer
de culo cuando les cuente pero parece que eso ya existe y se llama federalismo.
¿A que no saben quién fue el único candidato que propuso en el debate
eliminar la ley de coparticipación federal? Sí, el esbirro neoliberal del
kirchnerismo que desayuna pobres por la mañana y nos quiere dejar sin la
protección del estado para satisfacer su inconmesurable ego: José Luis Espert.
Ya
llevamos más de 80 años debatiéndonos entre socialismo A, socialismo B o
socialismo C. Con la libertad nos fue bastante bien. Hay que volver a las
bases.
Francisco Ocampo