lunes, 28 de octubre de 2019

Dice la República que no la salven más, que cualquier cosa los llama


 “Nunca subestimes el poder de la negación”, le decía el joven dealer de Belleza Americana a Kevin Spacey cuando éste le preguntaba cómo su padre ingenuamente creía que semejante fortuna era generada por su trabajo como camarero.
Fernández ganó con el 48% de los votos vs 40% de Macri. Los 12 puntos restantes se repartieron en 6 para Lavagna/Urtubey y 6 para los otros 3. Me interesa centrar la atención sobre 3 de las reacciones que he visto en gran parte de los votantes de Cambiemos, con quienes apenas comparto la desazón por la vuelta del kirchnerismo.

1)    “Gracias, Lavagna, Gómez Centurión y Espert por traernos de vuelta al kirchnerismo”. ¿En serio? ¿Saben sumar? Despejemos el 3,2% que suman Espert y Gómez Centurión y olvidemos que los 2 puntitos de Del Caño lo ponían a Alberto arriba del 50% ¿Pensarán tal vez que los votantes del ex ministro de economía de Duhalde y de Kirchner, cuyo frente electoral está conformado en su totalidad por peronistas, prefería a Cambiemos? ¿Tan buenos se consideran como para creer que 9 de cada 12 de los que votaron fuera de la grieta habrían elegido a Macri? ¿Qué tan republicano es pedir a los otros espacios políticos que se bajen para dejarlos a ellos “salvar la República”? Ante tamaña falta de autocrítica vayan apenas estas tres críticas externas:
a.     Si hubieran hecho lo correcto desde el primer día (bajar gasto público e impuestos, desregular, abrirse al comercio, restituir el estado de derecho) habría llegado realmente la tan mentada lluvia de inversiones y otra sería su popularidad con un país creciendo a tasas chinas. Poco y nada hicieron en este sentido, ni con shock ni gradualmente.
b.     Sea por cintura política o por Durán Barba o por profundas convicciones ideológicas -me da igual- se cagaron en el voto republicano que pedía reformas de fondo. Todo para congraciarse con el progresismo que los detesta hagan lo que hagan. Mientras descansaban a los “liberalotes plateístas” que les mostraban lo que no querían ver, montaban corsos y carnavales de la juventud porque “en todo estás vos”. Al final Vicky Donda y Dady Brieva les votaron en contra. ¿Quién lo hubiera dicho?
c.     ¿En qué quedamos? ¿Sí se puede o no se puede? Cada vez que les cuestionás algo te saltan con la cantinela de: “lo que pedís es imposible”, “te prenden fuego el país”, “Macri quiere lo mismo que vos pero tiene conciencia social/cintura política”, “pasa que el peronismo…”, “vos porque no gobernás”, “como si fuera tan fácil”. Aumentar el gasto social, informatizar trámites innecesarios, mantener controles de precios, regulaciones absurdas, proteccionismo económico, asistencialismo, impuestos asfixiantes, empresas estatales… son todas prácticas que los K usaron para robar pero Cambiemos usó para el bien, por supuesto. Yo veo en esto las causas del drama pero para ellos fue apenas mala praxis. La fatal arrogancia de la que hablaba Hayek.

2)    “A los monos hay que darles bananas” “se merecen ahogarse en su mierda” “deberían poner requisitos para votar (edad, secundario, etc)”
Un clásico. A la fiesta de la democracia se le acaba la música cuando los energúmenos del otro lado despliegan su ingratitud para con el gobierno benefactor. Sea por ignorancia, sea por ceguera o por los motivos más ruines, el pueblo acaba equivocándose inexorablemente. Lo mismo dijeron los K cuando ganó Macri: “no supimos llegar con el mensaje”, “falló la comunicación”. Parece que se trata de hacerles entender a los monos planeros o a los oligarcas antipueblo cuál es el camino correcto. Comparto con ambos bandos el desprecio por la democracia como mecanismo para tomar decisiones. No me canso de repetir la brillante frase de Benjamin Franklin: democracia son dos lobos y un cordero votando qué almorzar. La salida que proponía la Constitución de Alberdi eran instituciones básicas que mantuvieran a los gobernantes a raya y a los individuos a salvo de las mayorías circunstanciales. No se trata de que unos redistribuyan bien lo que otros redistribuían mal. ¿Les sigue pareciendo tan buena la ley de extinción de dominio ahora que van a gobernar los otros? Muy lejos han quedado principios como la igualdad ante la ley, la libertad para circular o comerciar libremente y el derecho a que te dejen en paz. En definitiva, el punto que señalan brutalmente es que no es justo que otros decidan sobre mí, sobre todo cuando pienso exactamente lo contrario.
Los ingenuos que ven en el peronismo al que va a salvar a los pobres de las garras de la plutocracia no se dejan convencer por los ingenuos que creen que los muchachos de Cambiemos ahora sí aprendieron la lección y esta vez van a resolverle los problemas a la gente. Seguro nos acusarán de ingenuos a quienes creemos que en Argentina es posible una república liberal bien entendida. Puede ser, pero el punto central es que en esta última las decisiones y su consecuente responsabilidad recaen sobre cada individuo y no ya por un bando de “buenos” avasallando a los “malos”. Dejen, políticos, no nos cuiden más.

3)    Secesión: Hagamos un país con la franja amarilla del medio (Mendoza, San Luis, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos y CABA).
Esto podría ser el principio de algo muy interesante. La bronca de unos es tener que vivir en el país que proponen los otros. No parece tan delirante proponer dos (o más) modelos de país y que cada quien viva en donde se sienta más a gusto. ¿Por qué en vez de quedar sometidos a los designios de aquel demonio que ocupe el sillón de Rivadavia no segmentamos el territorio en jurisdicciones autónomas, que cada uno viva en donde prefiera y todos felices? Se van a caer de culo cuando les cuente pero parece que eso ya existe y se llama federalismo.
¿A que no saben quién fue el único candidato que propuso en el debate eliminar la ley de coparticipación federal? Sí, el esbirro neoliberal del kirchnerismo que desayuna pobres por la mañana y nos quiere dejar sin la protección del estado para satisfacer su inconmesurable ego: José Luis Espert.
Ya llevamos más de 80 años debatiéndonos entre socialismo A, socialismo B o socialismo C. Con la libertad nos fue bastante bien. Hay que volver a las bases.


Francisco Ocampo