martes, 7 de mayo de 2013

El hijo pródigo y la ley de blanqueo de capitales

Siempre me costó entender la justicia en la parábola del hijo pródigo ¿Por qué aquel padre magnánimo celebraba tanto el regreso de quien había despilfarrado su parte de la herencia y no reconocía los méritos del pobre hijo austero y obediente?
Uno tendería a pensar que éste es el dilema que se plantea con la nueva medida de blanqueo de capitales.
Pero yo veo aquí una diferencia sustancial: el Estado no es un padre a quien debemos pedir misericordia. En mi opinión, la analogía correcta sería el hijo pródigo pidiéndole al padre que le envíe más fondos para poder continuar con la aventura.