lunes, 19 de septiembre de 2011

El relativismo infalible

Hay un arma letal de los psicólogos que los habilita a rebatir cualquier argumento apelando a las diversas interpretaciones que un fenómeno puede tener. Recuerdo alguna discusión con un compañero en la universidad en la que luego de una clase de Kant, ponía en duda si las mesas del bar, la escalera... y nosotros mismos, efectivamente estábamos allí o si era todo construcción de nuestras mentes. Enseguida respondí que en mi opinión existe una realidad objetiva independiente de nuestra existencia. Su argumento fue devastador: "Ese es el chip que te meten acá en la UCA". ¿Cómo refutarlo?
Me lo imagino a Augusto Comte diciendo su famosa frase: "todo es relativo, he aquí el único principio absoluto" en una tertulia, con un trago en la mano, tratando de levantarse alguna mina.
¡Esta postura medio arrogante aflora tan bien en ciertos vanidosos amantes de las teorías conspirativas! Así, con un gesto adusto, condescendiente, disparan cosas como: "Así es como te la contaron", "depende", "no creas", "la otra campana"... De tanto leer entre líneas se pierden el texto, o le dejan el texto para la gilada.

Toda la arremetida del gobierno contra los medios, para mí es una tan burda como genial apelación a este argumento. Pasa a ser más importante quién dice las cosas que las cosas mismas. En el fondo, otorgarle semejante importancia a lo que llaman "el relato", encierra una atroz subestimación. Asumir que los medios manipulan a la gente presupone considerar que la gente es manipulable. Creer que un diario "con 4 tapas puede voltear un gobierno" es, por otra parte, una manera de correr el eje de la discusión.
En lugar de dar explicaciones por las valijas de Antonini, Skanska, el manejo discrecional de los fondos públicos, Schoklender, Jaime, etc. se quejan del golpismo, reparten las acusaciones más extravagantes y embarran la cancha.
No estoy implicando que todos los periodistas y empresarios de los medios sean carmelitas descalzas. Sólo digo que esto es prácticamente irrelevante. 

"Señor ministro, este cheque no tenía fondos"
"¿Me está acusando de chorro?"
"Fui a cobrar al banco... me dijeron que..."
"¡Ésa es una actitud golpista! Usted responde a Magnetto! En los 70' colaboraba con los milicos y en los 90' se robaba todo con Menem"
Luego, una inspección de la AFIP más un informe de 6,7,8 que lo muestra primero borracho en el viaje de egresados acosando a una moza y luego hace 20 años copiándose en un examen de Geografía.

martes, 13 de septiembre de 2011

Mi primera salida de golf

Hasta ese día el golf había sido para mí "un deporte de viejos", pero como no tenía nada que hacer y se estaban yendo a jugar, decidí sumarme. El lugar era La Tahona, canchón en Uruguay, a pasitos del aeropuerto de Carrasco.
Jugamos sólo 9. Salí de bochas amarillas y me daban un golpe por hoyo. Lo perdí en el 9. Los momentos salientes fueron 2.
1) (aburrido) En un par 3 de aprox 165 (creo que el hoyo 6) la puse al green con un hierro 4 haciendo caso omiso de mi compañero y ocasional profe, que me sugería jugarla a buena a la izquierda. Me dije la frase fatídica: "ya le encontré la vuelta a esto del golf... tengo talento innato". Hice 5 putts o más.
2) (antológico) El segundo episodio fue en el hoyo 9 y es más gracioso. Par 5 con dogleg a la derecha. El tiro número quichicientos se me abre con un slice espantoso y va a parar al medio de un muy lindo jardín. El dueño se encontraba cortando el pasto, muy tranquilo (le faltaba el mate). Cuando me dirijo echando espuma por la boca y humo por la cabeza con el hierro 7 en la mano hacia el jardín, mi compañero, profe y residente del club me aconseja: "pedile permiso, eh?". No sé qué falso contacto hice en mis neuronas. Hasta ese momento pensaba en ir a levantar la pelota y ponerla en juego adentro de la cancha, pero a esa frase la decodifiqué de la siguiente manera: "si la querés jugar desde ahí, tenés que pedirle permiso al hombre que está cortando el pasto en su casa".
Pedí permiso entonces. Tomé mi naciente stance y saqué una napolitana con fritas. La pelota por suerte volvió al fw y, como buen golfista, repuse el divot en su lugar. Saludé y agradecí, ante la atónita mirada del propietario, y volví sonriente a finalizar el inicio de un deporte que jamás abandonaré.
Reconozco que la anécdota me resulta más graciosa ahora, que juego, que en aquel entonces

Saint Andrews (argenta) review

A eso de las 7:30 llegábamos con mi hermano a un oasis de la más tradicional cepa anglo-argentina, ubicado en el corazón de San Martín. Ni bien la veo me enamoro: Qué pedazo de cancha!! Mezcla de Ranelagh con Jockey con Ituzaingó. "Es la cancha en donde más abiertos de la República se jugaron" (mi hermano siempre arroja esos datos inútiles).
Nos deshacemos en elogios, abonamos y así empieza:
- T del 1: Me dijeron que hay que tener cuidado con los roughs
- Fw del 2: ¿Viste que tenía razón con los roughs?. - Sí, están bravos, pero qué pedazo de cancha.
- Green del 4: Estos ingleses sí que sabían hacer canchas. Mirá qué buen dibujo... Bunkers a lo St Andrews.
- T del 6: Hay que salir derecho... es lo importante. Claaaro, con este rough. Qué loco que semejante cancha esté tan cerca del centro.
- Fw del 8: Qué grande la bola que me encontraste! le debo haber pasado por arriba 3 veces.
- Bar del 9: Cómo nos maltrató, pero qué canchón. Sí, hay que jugarla inteligentemente. Te obliga a pensar bien. Arranca una vuelta nueva.
- Green del 11: La verdad es que ya rompen un poquito las bolas estos roughs.
- Fw del 13: Dejála, ni la busqués, pelota perdida y a la mierda.
- Green del 15: Esta cancha del orto y la puta madre que la parió!!! No vengo nunca más. ¿Al final cuánto hiciste en el anterior? ¿Qué sé yoooo? Ya dejé de contar. Estos ingleses piratas de mierda y la reconcha de sus madres. Largo el golf.
- Green del 17: Allá, allá está, en el tractor!!! Agarrálo!!! Ese es el hijo de puta que corta el pasto en esta cancha!!!! Veníiiii, veníiiiii!!! Encima se hace el boludo!!!
- Arroyito del 18: Tenés pelotitas? Sí, allá tengo, de cuáles querés? Buenas y baratas. Vamos! Acá tenés una prov nueva, acá otra... tomá 5 por 25... 6! te agrego otra, un regalo! Humm, ok, tomá, tengo 30... me agregás 2 más de las chotas? sí, tomá, 3 más.
Trotecito al green con cara de felicidad.

Memoria y dictadura - Por Lanata para Perfil 10/9/2011

El aparato de propaganda K insiste en marcar a supuestos cómplices militares. Y en castigar a quienes no opinan igual.

Por Jorge Lanata
10/09/11 - 11:39
 
Miedo. Jorge R. Videla.
En el comienzo fue Tato Bores. Aunque, en realidad, el comienzo comenzó mucho antes. Quizás cuando se organizó una especie de linchamiento simbólico a algunos periodistas en Plaza de Mayo, o cuando el aparato de propaganda estatal decidió que tal o cual serían los símbolos de la complicidad con la dictadura y el kirchnerismo se consagró con burocrática eficiencia a la reescritura del pasado. Cuenta el filósofo franco-búlgaro Tzvetan Todorov en La memoria amenazada que el emperador azteca Itzcoatl, a principios del siglo XV, había ordenado la destrucción de todas las estelas y todos los libros para poder recomponer la tradición a su manera; un siglo después los conquistadores españoles se dedicaron a su vez a retirar y quemar todos los vestigios que testimoniasen la antigua grandeza de los vencidos. “Tras comprender que la conquista de las tierras y de los hombres pasaba por la conquista de la información y la comunicación –sigue Todorov– las tiranías del siglo XX han sistematizado su apropiación de la memoria y han aspirado a controlarla hasta en sus rincones más recónditos.”
¿De qué manera reescribir el pasado significa modificar el presente? ¿Pueden las víctimas del pasado convertirse en una casta privilegiada? ¿Cuál fue la culpa individual y cuál la colectiva? ¿Dónde se encuentran los enemigos del sistema? ¿Cómo identificarlos? ¿El olvido y la memoria son términos contrapuestos o complementarios? ¿Puede existir una selección “oficial” de la memoria o cada uno tendrá derecho a buscar su propia verdad de los hechos? ¿Cuán profunda es la grieta?

HUESPEDES Y TURISTAS
—Estoy desesperado.
—¿Usted está desesperado?
—Sí.
—¿Está verdaderamente desespe-
rado?
—Sí, sí, estoy desesperado.
—¿Duerme?
—Sssí... Sí.
—Los desesperados no duermen.
Los argentinos no sólo nos comportamos –como escribió alguna vez Mallea– como huéspedes de hotel. También hemos sido turistas de nuestro propio destino; tipos a los que nunca nada nos termina de pasar del todo: recordamos hoy la dictadura militar como la invasión de un grupo extraterrestre que aterrizó para sojuzgar a 30 millones de argentinos democráticos y pluralistas. Nadie, nunca, golpeó a la puerta de los cuarteles. Recuerda Héctor Schmucler en El olvido del mal. La construcción técnica de la desaparición en la Argentina, citando a Pilar Calveiro: “Los militares ‘salvaron’ reiteradamente al país a lo largo de 45 años (…) a su vez, sectores importantes de la sociedad civil reclamaron y exigieron ese salvataje una y otra vez”. “La congregación militar –sigue Schmucler– no es necesariamente un cuerpo extraño al conjunto de la Nación.” El peronismo tuvo como punto de arranque el golpe de estado del 4 de junio de 1943, y el entonces coronel y luego general Juan Domingo Perón nunca dejó de reivindicar su pertenencia al Ejército. La idea de construir un “ejército nacional” puede interpretarse como una síntesis casi paródica del espíritu que inspiró desde un principio a la organización Montoneros, escribe el sociólogo fundador de la revista Pasado y Presente.
La militarización de las organizaciones guerrilleras (así como sus purgas internas, los códigos moralistas de convivencia o los intentos de “proletarización” de los militantes, algo así como excursiones para chicos de clase media en las zonas de clase obrera) ha quedado sepultada bajo el nebuloso mito de los 70: chicos de pelo ensortijado y ojos soñadores (la “juventud maravillosa”) que tiraban margaritas sobre los tanques en la Primavera de Praga. Aquellas imágenes traen otras: la del importante poeta argentino que me contó sus encuentros, en París, con su “responsable” de la “orga”: ambos llegaban a un ignoto departamento vestidos de civil, pero se cambiaban antes de la reunión, poniéndose el uniforme montonero; luego del encuentro volvían a cambiarse y salían a la calle. El ascendiente militar se filtró en el lenguaje y por eso todos aceptaron con pasmosa naturalidad la orden de “aniquilamiento” dada por Isabel Perón para combatir al ERP en Tucumán. Perón, más coloquial, ya había advertido en hacer “tronar el escarmiento”, luego de señalar que “a los enemigos, ni justicia”. La democracia no era, no fue, en aquellos años, un valor en juego: era una timorata excusa de la burguesía, una trampa, un ardid de los poderosos para seguir en su mundo de privilegios. La guerrilla argentina combatía por el socialismo y, en una minoría, sólo aceptaba el camino de las urnas como una especie de atajo mientras la lucha por el socialismo se hacía presente. La guerrilla nunca ejerció su derecho a combatir la opresión porque no sólo combatió a las dictaduras sino también a los gobiernos democráticos: la Carta Abierta a Cámpora firmada por el ERP o las tomas de cuarteles del Ejército por los Montoneros durante el peronismo dan muestra acabada de ese punto.
Sería ocioso discutir aquí el comienzo de la espiral de la violencia: la sangre llegó al río mucho antes, en el golpe del 30, o mucho antes, con las guerras civiles, o los asesinatos políticos, o mucho después, con los fusilamientos de José León Suárez y la proscripción del peronismo. En cualquier caso, el “clima de la época” favorecía las respuestas rápidas y el socialismo parecía quedar a la vuelta de la esquina: por eso podían morir colimbas en los ataques o dispararle a un secuestrado desarmado en un sótano podía convertirse en un ejemplo de heroísmo.
Lo que vino después fue inimaginable: los secuestros, las desapariciones, los niños nacidos en cautiverio, la censura y el miedo. Viví esos años en la Argentina sin ejercer el periodismo: fui mozo de bar, acomodador de cine, dactilógrafo por horas. Volví a la profesión el día de las elecciones, el 30 de octubre de 1983, haciendo una suplencia de movilero en el informativo de LR3 Radio Belgrano. Se instaló en aquellos primeros meses de la democracia el “Show de los NN”: la misma sociedad que se había callado la boca hasta la derrota de Malvinas asistía ahora al “destape” de los derechos humanos: el horror al alcance de todos; los “servicios” más comprometidos se daban a la fuga y quemaban las naves intentando vender su información:
—Yo estuve en El Olimpo. Quiero hablar.
Milicos haciendo planos de campos de concentración en las servilletas de los bares. La locura y el vértigo de las confesiones: catarsis, ganas de vomitar. Cubrí el juicio a las juntas desde el primer día, cuando desembarcamos en Tribunales unos 200 periodistas de todo el mundo. Tres meses después éramos menos de veinte. Era insoportable escuchar todo eso, día tras día: la voz de los que habían vuelto de la muerte. Los militares habían dejado el poder a regañadientes: la APDH grababa el juicio pero no podía ser difundido por la televisión y se editaba secretamente en Télam. Un par de años antes, una bomba había volado la redacción de El Porteño en San Telmo y otra voló después la planta transmisora de Belgrano. Alfonsín nos deseó Felices Pascuas y aprendimos que la palabra “obediencia debida” no tenía traducción en otro idioma: obéissance due o due obédience no quería decir nada en el resto del mundo, cuando aquí significaba impunidad para miles de personas. En esos años tuve frente a frente al “Paqui” Forese, torturador de Orletti, que me dijo mirándome a los ojos: “Los caminos de Dios son insondables”, y después llegó Página/12 y los rostros de los desaparecidos comenzaron a aparecer en avisos gratuitos, diarios, en cada aniversario, y comenzó también la pelea contra los indultos de Menem, convencidos de que la grieta iba a cerrarse a fuerza de justicia, si ésta llegaba, alguna vez. Después pasó todo lo que pasó, hasta que un juez federal, Gabriel Cavallo, derogó la obediencia debida y los juicios comenzaron de nuevo. Y yo pensé entonces, por primera vez, que la grieta iba a comenzar a cerrarse. Pero sucedió todo lo contrario.

SOBREACTUACION
No sé si la historia es apócrifa o no, pero me contaron una vez que el líder del Ku Kux Klan tenía un apellido italiano; era un ejemplo de sobreadaptación: no hay peor que un converso, que el que tiende a sobreactuar lo que nunca fue.
—Tato Bores hizo programas durante todas las dictaduras –se exaltó en Duro de domar Mariano Hamilton.
Hamilton es un periodista deportivo que trabajó durante años en Clarín, participó de la creación de Olé y ahora despotrica contra “el Grupo” como si nunca hubiera pasado por la calle Tacuarí. Duro de domar es un programa del Grupo Goebbels-Gvirtz, conducido por Daniel Tognetti, quien presentó en PuntoDoc aquella nota en la que el esposo médico de Beatriz Salomón se acostaba con un travesti; luego trabajó con Daniel Hadad y ahora milita en Canal 9.
El fragmento referido formaba parte, en realidad, de un bloque del programa “Seis, Siete, Rocho”, de la Televisión Pública, la misma pantalla en la que Florencia Peña triunfa con su sitcom. “Seis, Siete, Rocho” está moderado por Luciano Galende (ex integrante de las mañanas de Canal 13), Sandra Russo (ex columnista de Radio Mitre), Orlando Barone (ex colaborador de La Nación y Clarín) y Carlos Barragán (ex Radio Mitre). Todos discutían allí, junto al ministro del Interior, sobre el colaboracionismo en la dictadura.
—Ministro, me gusta su opinión –le dijo Galende a Randazzo antes de escucharlo–. Me interesa su opinión –se corrigió.
Randazzo miró a lo lejos como el Che Guevara y dijo:
—Hay hombres que tenían una enorme responsabilidad y un enorme crédito, deberían haber tenido otra actitud, mucho más combativa, sobre lo que estaba ocurriendo en la Argentina. Me parece que no alcanzaban ni la ironía ni el chiste.
Nadie recordó en aquel momento al matrimonio Kirchner y su lucha inmobiliaria contra los militares. El contador Randazzo hablaba desde una trinchera imaginaria y el resto de los idiotas útiles asentía: por lo que se sabe, el contador, en su juventud, no militaba en ONG alguna, sino que jugaba al básquet en San Lorenzo de Chivilcoy y soñaba con correr un Ford en Turismo Carretera.
A esta altura del delirio, el Tribunal de Nurembgvirtz acusaba a Tato Bores de no haber sido Rodolfo Walsh.
—Acá hay gente que se la jugó de otra manera –llegó a decir Santiago Varela, ex libretista de Tato, hablando de Walsh.
La idea de Walsh como paradigma de la resistencia es al menos discutible: el autor de uno de los mejores cuentos argentinos (Esa mujer) era miembro de grado de Montoneros y, como se dijo, no luchaba por el retorno a las urnas sino por la imposición del socialismo o, si se prefiere, la dictadura del proletariado en su versión peronista (de ser esta combinación algo posible). Tato Bores no era marxista, no usaba la violencia como método de protesta y compararlo con Walsh –o tratar de imponerle esa vara– es al menos desafortunado.
De hecho, no pasó Tato Bores en aquellos años por un período feliz: sufrió una bomba, fue prohibido y tuvo que sortear con ingenio las fauces de la censura.
La imputación oficial no procede del mismo modo con la tropa propia:
—No alcanza con condenar a los militares, hay que condenar también a los civiles que fueron cómplices –señala el canciller Héctor Timerman.
—Me avergüenza haber estado en esa reunión –dice el mismo hijo de Jacobo luego de que una foto suya con Videla tomara estado público a través del periodista Alfredo Leuco. Timerman Jr. sonríe en la foto al lado de Videla, a poco del golpe de 1976, como director del diario procesista La Tarde, heredado de su papá. “Golpe al extremismo”, “Espectacular operativo antiguerrillero”, “Vigencia de los derechos humanos”, “La Junta Militar reorganiza la Nación”, titulaba el vespertino en esos días. “Mi incidencia era escasa –dice, vergonzante, el entonces director del diario–. Nunca antes había ejercido el periodismo. Siempre me cuestiono esos meses de mi vida.” El término colaboracionista viene del francés collaboracioniste, todo aquel que tiende a auxiliar o cooperar con una fuerza de ocupación enemiga. La palabra nace durante la República de Vichy (1940-1944), en un discurso del mariscal Petain en el que exhortó a los franceses a colaborar con los nazis invasores. Aun hoy se discuten en Europa aquellos años. En 1967, le preguntaron a Sartre por qué usaba el pronombre nous para describir el colaboracionismo francés con los nazis. Dijo que ése era un recurso para facilitar la autocrítica y el arrepentimiento. Si los hubiera identificado como “ellos”, en oposición a “nosotros” (los de la Resistencia), sólo hubiera logrado la reacción defensiva, ideológica y justificatoria de “ellos” y sus descendientes.
—Aquellas fueron acciones criminales de los franceses –le dijo Sartre al periodista– y yo como usted, señor periodista, somos franceses.

PASADO VS. PRESENTE
“Otra razón para preocuparse por el pasado es que ello nos permite desentendernos del presente, procurándonos además los beneficios de la buena conciencia”, sigue Todorov. “Recordar ahora con minuciosidad los sufrimientos pasados nos hace quizá vigilantes en relación con Hitler o Petain, pero además nos permite ignorar las amenazas actuales. Denunciar las debilidades de un hombre bajo Vichy me hace aparecer como un bravo combatiente por la memoria y por la justicia sin exponerme a peligro alguno ni obligarme a asumir responsabilidades frente a las miserias actuales. Es gratificador conmemorar a las víctimas del pasado, pero resulta incómodo ocuparse de las de hoy: a falta de emprender una acción real contra el fascismo actual, el ataque se dirige resueltamente contra el fascismo de ayer.” Todorov también menciona la utilización del culto a la memoria por parte de quienes procuran obtener algunos privilegios en la sociedad. “Si se consigue establecer de manera convincente que un grupo fue víctima de una injusticia en el pasado, esto le abre en el presente una línea de crédito inagotable.” La memoria amenazada fue escrito mucho antes del escándalo Schoklender-Madres de Plaza de Mayo. También antes de que el ministro de Justicia, Julio Alak, deba informar sobre los 68 guerrilleros muertos antes del golpe que figuran como “desaparecidos” y cuyos familiares cobraron las indemnizaciones.
Para Todorov, una defensa eficaz de la verdad no puede hacerse “omitiendo parcelas enteras de la Historia”. El filósofo franco-búlgaro visitó el predio de la ex ESMA en Buenos Aires y escribió luego una nota en El País de Madrid, en la que planteaba que los monumentos a la memoria en Argentina excluían deliberadamente a las víctimas del terrorismo al que vino a responder, de una manera “hiperbólica” y “excesiva”, el terrorismo de Estado. La memoria ocupa un lugar central en el psicoanálisis: el hombre reprime recuerdos del pasado y los recupera de una manera menos dolorosa, los vuelve inofensivos, aprende de ellos, los reconoce.
—No podemos vivir pensando todo el tiempo en el Holocausto, pero tampoco podemos vivir como si nunca hubiera existido –dijo alguna vez Simon Wiesenthal.
He peleado por la justicia para los crímenes de la dictadura durante toda mi vida y no voy a dejar de hacerlo. La justicia (en verdad, la ausencia de) es el principal problema de la Argentina y es cierto que el futuro sólo podrá edificarse desde allí. Pero no alcanza: la grieta comenzará a cerrarse cuando nos animemos a vernos, a reconocer lo que somos y lo que fuimos. Cuando no haya “nosotros” y “ellos”. Cuando dejemos de ser turistas, cándidos, oportunistas y pequeños.
Hace muchos años decíamos con Luis –cuando perdíamos mas tiempo en los bares: la verdadera comunicación recién empieza cuando podés decirle al otro: “Vos estás enfermo. Pero yo también”.

lunes, 5 de septiembre de 2011

El modelo en 30 segundos

Explicación del modelo de acumulación productiva de matriz diversificada e inclusión social en 30 segundos


Anatomía de un despilfarro - Juan J. Llach, La Nación 23/7/09


Sobrada y triste experiencia tenemos los argentinos en despilfarrar recursos públicos. Baste recordar Yacyretá, ese "monumento a la corrupción" que atravesó varios gobiernos, o el final de los años 70, con los excesos del mundial de fútbol y una orgía armamentista para hacer la guerra con Chile, felizmente evitada. Quizá nunca, sin embargo, se había llegado a los extremos de los últimos seis años, por la magnitud, la opacidad y, sobre todo, la flagrante inequidad de un sistema centralista de captación de rentas y de reparto discrecional de subsidios y privilegiadas exenciones de impuestos.
Para peor, en su mayor parte, ello no fue votado por el pueblo por medio de sus representantes, sino decidido por un Ejecutivo con poderes especiales que distribuyó ingresos "excedentes" originados en cálculos de recursos intencionalmente subvaluados.
En breve síntesis, para que el Tesoro nacional, los consumidores pudientes y los beneficiarios de exenciones pudieran disfrutar de mayores ingresos, vieron menguados los suyos, o los beneficios que les hubieran correspondido, millones de hogares pobres, las tesorerías provinciales y municipales, las economías regionales. El grueso de los subsidios, escondidos bajo el rubro "transferencias al sector privado", abarató los precios del transporte y la energía y, aunque no fueron sólo ricos quienes se beneficiaron ni sólo pobres quienes sacrificaron ingresos o beneficios, este accionar a la Hood Robin fue el predominante y desnudó falacias tan mentadas en los últimos tiempos sobre la redistribución del ingreso.
También se perjudicó a las generaciones futuras, porque el sistema condujo a consumir activos y a comprometer reservas de gas y petróleo que costará mucho esfuerzo reponer.
Aun a riesgo de aburrir, vale la pena detenerse para mostrar los números de este magno despilfarro, incurrido crecientemente entre 2003 y 2008. El Tesoro nacional otorgó subsidios al sector privado por 41.800 millones de dólares y exenciones impositivas por otros 26.800, totalizando la friolera de 68.600 millones de dólares. Esta cifra supera los 64.800 millones que el gobierno nacional invirtió en el mismo período en la suma de sectores tan relevantes como educación, cultura, ciencia y técnica, salud, agua potable y saneamiento, vivienda y desarrollo urbano, y en las transferencias directas a personas realizadas bajo los programas de promoción y asistencia social (el plan jefas y jefes de hogar, entre otros), el seguro de desempleo y los salarios familiares.
Cuesta creerlo, pero es así, y lo validan otras comparaciones. Por ejemplo, los subsidios y privilegios mencionados fueron 2,7 veces mayores que toda la obra pública realizada o financiada por el gobierno nacional en el mismo período.
La relación con la inversión en educación es aun más sorprendente. Subsidios y privilegios fueron cinco veces mayores que el total de lo invertido en educación, cultura, ciencia y tecnología por la Nación, y un 8% mayores que el total invertido por este concepto por los tres niveles de gobierno.
Al lado de estos números, quedan ensombrecidos los logros de la ley de financiamiento educativo. Puede estimarse, al culminar el período de vigencia de sus metas financieras (2006-10), que la Nación habrá aumentado 8000 millones de dólares su inversión en educación, y las provincias y municipios otros 26.000 millones, cuya suma resulta inferior a los subsidios mencionados, aun sin contar las exenciones impositivas. Por otro lado, la asistencia social directa de la Nación a los más pobres fue de sólo 6200 millones de dólares, y la otorgada por todos los niveles de gobierno llegó a 18.570 millones, de nuevo muy por debajo que los subsidios recibidos por sectores más pudientes.
Como última comparación, digamos que si estos subsidios y privilegios se hubieran destinado a la inversión en educación, cultura, ciencia y técnica salud, vivienda y desarrollo social de la Nación, las provincias y los municipios, la misma podría haberse incrementado en un 40%.
La lista de necesidades más urgentes o importantes que podrían haberse satisfecho con los dineros despilfarrados es, por cierto, larga y conmovedora. Desde obras para aliviar la dura vida cotidiana de las barriadas pobres en las grandes ciudades, hasta combates más decididos a la desnutrición y a la mortalidad infantiles, pasando por mejores transportes urbanos y caminos, más ciencia y técnica, hospitales de excelencia, viviendas dignas o agua potable y saneamiento.
Para dar un ejemplo bien concreto, la reorientación de los fondos en cuestión habría permitido conseguir simultáneamente que todas las escuelas fueran hoy de doble jornada y una asignación mensual por hijo de hasta 19 años de 2000 pesos anuales, aproximadamente. Esto habría sido posible aun sin eliminar aquella porción de los subsidios y exenciones que son recibidas por sectores de menores ingresos, como el del transporte urbano o la menor alícuota del IVA de algunos alimentos. Tendríamos así a todos los chicos y jóvenes de la Argentina bien nutridos y asistiendo a escuelas en las que además de lengua, matemática y ciencias sociales básicas, podrían también acceder a una formación humana más profunda, la segunda lengua, la recreación y los deportes, la expresión artística, las tecnologías, ampliándoles las oportunidades de encontrar sus vocaciones personales y desarrollarse en ellas.
De más está decir, se habrían dado de este modo pasos gigantescos para reducir la desnutrición, la indigencia y la pobreza, para mejorar la distribución del ingreso y para lograr un desarrollo integral a futuro.
Ojalá fuera posible que el estudio atento de esta anatomía del despilfarro sirviera como lección duradera en el tiempo por venir. En parte lo será, pero a la fuerza, porque la escasez de rentas fiscales durará un par de años y no será posible ni seguir subsidiando mal, ni empezar a invertir bien en montos tan significativos como los aquí analizados. Además, se insinúa ya un nuevo uso dispendioso y poco transparente de recursos, el de la Anses.
Ambas cuestiones, y más ampliamente la de la generación y el uso de los fondos públicos, configuran el desafío más importante que enfrentan los actores del nuevo escenario de mayor equilibrio político.
El diálogo podría ser una oportunidad, aunque su nacimiento no es promisorio. La cercana discusión del presupuesto 2010, el del primer bicentenario, brindará otra ocasión. Pero para aprovecharlas será necesario superar males inveterados entre nosotros, tales como la carencia de planes estratégicos y agendas, el predominio de lo urgente, el afán de satisfacer al más ruidoso, el cortoplacismo. Un presupuesto cuatrienal sería el mejor modo de moderar estos males. Pero, dado que esto no es hoy políticamente realista, en la próxima ley de presupuesto el Congreso podría establecer, al menos, claros criterios tributarios y prioridades de la asignación de los recursos públicos, privilegiando las necesidades de los que menos tienen y una satisfacción de las mismas exenta de paternalismo y clientelismo y compatible con un desarrollo integral.
El autor es director del Centro de Estudios de Gobierno, Empresa, Sociedad y Economía del IAE-Universidad Austral; fue ministro de Educación de la Nación (1999/2000).

martes, 30 de agosto de 2011

Los Mitos del actual modelo, por Ricardo Esteves para La Nación (15-8-2011)

SI el autor de esta nota tuviera que identificarse con un modelo económico, coincidiría con la definición del actual modelo productivo, llamado con todos sus apellidos como "modelo de acumulación de matriz productiva diversificada e inclusión social". ¿En qué se parece el modelo que se aplica en la Argentina a esa definición? En nada: no es un modelo productivo sino consumista.
El control de precios por parte del Estado es un factor desalentador de la producción. Con el control se rompe el ciclo productivo. Se cercena a quien produce una parte de su margen de utilidad con el cual podría comprar otra máquina y ampliar así su producción. En consecuencia, se desalienta la inversión. Y la inversión, la producción y el empleo van de la mano. La única forma digna que existe de aumentar la producción es a través de la inversión. Se podría aumentar sin inversión obligando a los obreros a trabajar 10 o 15 horas diarias, pero eso sería violar derechos humanos elementales. Por otro lado, ¿qué certeza tiene el empresario de que no le congelen definitivamente los precios sin contemplar sus costos hasta llevarlo a la ruina?
El control crea una situación de superioridad del funcionario público por sobre el empresario, cuya vida como tal depende del humor de aquel. Por eso también la obsecuencia y el servilismo del empresariado argentino. Se rompe el espíritu republicano y se regresa a un espíritu monárquico donde el soberano -o sus delegados en cada sector- tiene la facultad de decidir arbitrariamente sobre el destino de los que producen. El decide a quién le debe ir bien y a quién le debe ir mal, más allá de si es un buen o mal productor, de si es competente y se moderniza.
En un modelo productivo, el control de precios lo ejercen la competencia y el mercado, tanto local como internacional. Sólo excepcionalmente y en casos puntuales, el Estado puede ejercer algún tipo de control de precios en un modelo productivo. No es productivo un sistema sin mercado de capitales, donde el crédito no existe o se consigue a tasas mucho más altas que en las economías con las cuales el país se relaciona.
Sí le cabe a este modelo el apelativo de consumista, porque estimula el consumo de corto plazo a costa de hipotecar el consumo futuro. Un modelo productivo destina al consumo los recursos que corresponden a la productividad de su estructura económica, pero abre la posibilidad a aumentarlo de manera sostenida y exponencial de cara al futuro, que es lo que permite a una sociedad alcanzar el desarrollo.
Un modelo consumista es también por definición inflacionario. Y la inflación corroe el ahorro y desalienta la inversión y el empleo. La combinación de inflación y control de precios hace dependiente del poder al empresariado y es funcional al sindicalismo, por la constante negociación salarial.
Tampoco es el actual un modelo de matriz diversificada. ¿En que otros sectores aparte de la producción de soja y la industria automotriz está sustentada la estructura productiva argentina?
Tampoco estamos ante un modelo de inclusión social. ¿Se puede llamar inclusión a la proliferación de villas por doquier?
La educación y la salud pública son dos instrumentos fundamentales para la inclusión social. Si esos servicios públicos sólo conocen el deterioro en tiempos de tanto crecimiento, ¿para cuándo queda la inclusión social?
Tantas ocupaciones de tierras por todo el país son una prueba contundente de que los recursos para vivienda -otro eslabón fundamental de la inclusión- son harto insuficientes y, para colmo, se dilapidan en la corrupción y en la mala gestión. Con estos servicios y con empleo genuino se logra la inclusión, y no con fútbol y clientelismo.
Este modelo tampoco es de acumulación ¿Adónde se acumula? ¿En los bancos internacionales, donde se fuga el capital que se genera en el país? ¿En cuántas manos?
¿Qué aciertos pueden destacarse en materia económica? El manejo de la deuda externa es un logro que debe reconocerse.
Por más que en épocas de vacas gordas es más fácil, también debe admitirse que se logró mantener -aunque de un modo autoritario- un sistema administrativo a nivel nacional, algo que otros no supieron o no pudieron sostener.
El mayor acierto -aunque es difícil calificarlo de tal- ha sido el hacerle creer a la sociedad que la bonanza que gozamos en estos tiempos es mérito de los gobernantes y no el resultado de muchas circunstancias.
Hay además razones más profundas que predisponen a la sociedad a comprar la teoría de las virtudes del modelo. La Argentina vivió, durante la segunda mitad del siglo XX y hasta el año 2002, de crisis en crisis cada 5 o 6 años; estas crisis fueron abortando los proyectos y las ilusiones de los argentinos.
Todas ellas se produjeron por estrangulamiento de las finanzas públicas. Fundamentalmente, por no disponer de las divisas para atender los pagos de la deuda externa y las importaciones mínimas imprescindibles para que la economía funcionara. La certeza de que cada cinco o seis años inevitablemente viene una crisis estuvo en el subconsciente colectivo de los argentinos. No escaparon a esa sensación los economistas, que, cual agoreros (sobre todo al constatar que se marchaba a contramano de la lógica económica) pronosticaron una y otra vez que el modelo iba a colapsar al cumplirse el ciclo. Sin embargo, contra esos pronósticos indeseables para la inmensa mayoría, transcurrieron los años 2007 y 2008 y la crisis anunciada pasó de largo. Y sigue sin hacerse presente. ¿Quién de nosotros vivió 9 años de crecimiento sin una crisis de por medio? Esta constatación del subconsciente colectivo le ha significado hasta ahora al kirchnerismo un crédito extraordinario, equivalente al que en su momento logró Cavallo cuando consiguió derrotar la inflación.
El "modelo" le respondió a los agoreros con la fuerza de los hechos. Y, según el relato oficial, la entereza de los que tuvieron la fuerza de enfrentarse a las corporaciones y a sus intereses le ganó a la historia.
Sin embargo, la realidad no es así. Cambiaron las circunstancias. Los estrangulamientos fiscales no desaparecieron -y esto no es agorerismo, las inauditas trabas a las importaciones son un indicador de la escasez de divisas-, sino que el ciclo duplicó su vigencia, y su fin exigirá un ajuste más blando que los del pasado. Esto se logró gracias a dos hechos: el punto de partida y las condiciones internacionales.
El actual ciclo se inició en 2002 y luego de la peor crisis de la historia del país, provocada por la insolvencia del sector público y con la mayor contracción del consumo social que haya vivido la sociedad argentina.
Con la brutal devaluación del peso, la consiguiente caída de las importaciones (por la baja del consumo y el encarecimiento de los productos importados) y el congelamiento de los salarios, el Estado conoció una situación de solvencia como nunca antes tuvo. Paradójicamente, cada vez que debió recomponer su caja (y eso sucedía cada cinco o seis años) acabó exprimiendo a la sociedad civil.
Otro aspecto del punto de partida que no se puede soslayar es que en la denostada década del 90 se llevaron a cabo, en dos sectores importantísimos, procesos de desregulación e inversión. La desregulación portuaria y la construcción por parte del sector privado de la moderna infraestructura de carga fueron fundamentales para hacer posible el boom exportador de la soja. Algo similar sucedió con la desregulación energética y el consiguiente y masivo proceso de inversión en ese sector que permitió la construcción de un parque generador para los siguientes diez años.
Lamentablemente, ese esfuerzo se dilapidó al desalentar con precios no rentables la producción local, lo que nos hace hoy depender de energía importada que bien podría producir el país.
Del otro hecho, el nuevo contexto internacional que comenzó a gestarse en 2003 y 2004, hay muy poco que agregar. Nunca el país conoció condiciones y precios tan favorables para sus principales productos de exportación en los sectores agropecuario, de hidrocarburos y de minería.
Con la conjunción de tantos factores favorables como nunca tuvo otra administración, victimizándose y enrostrándole a la sociedad la trágica foto de 2001, el actual gobierno cabalgó sobre un caballo ganador y desaprovechó esas condiciones, haciendo nada más que política con mezquinos intereses.
En rigor, el país desperdició dolorosa y tristemente dos oportunidades de oro. Luego de 2002, en aquel mágico e irrepetible momento de bonanza fiscal se desaprovechó la oportunidad de hacer una profunda modernización del Estado para darle mas eficiencia a la economía y mayor bienestar a toda la sociedad mejorando los servicios. La otra gran oportunidad perdida consistió en no aprovechar el ciclo de precios tan extraordinario que beneficia al país para iniciar un genuino proceso de desarrollo basado en la inversión y la productividad.
La productividad es una palabra que no existe en el diccionario político argentino. Y no hay desarrollo ni progresismo posible sin aumento de la productividad.
La productividad conlleva una jerarquización del salario. Las actividades con baja productividad sólo pueden compensar a sus trabajadores con bajos salarios. Sólo es posible mejorar genuinamente la productividad a través de la inversión.
Si a los extraordinarios ingresos del boom agropecuario el país los expulsa, en lugar de incentivarlos a que se reinviertan en los sectores que desesperadamente claman por capital (infraestructura, energía, vivienda?), sólo tendremos crecimiento. Un crecimiento que concentra recursos en unos pocos y deja a vastísimos sectores fuera de la mesa.
El crecimiento sin desarrollo no alcanza. Y al desarrollo se llega con inversión. La ruptura definitiva de los ciclos que agobian al país solo se consigue con desarrollo.
La sociedad argentina debe abandonar el culto a los mitos -los mitos caracterizaban a las sociedades primitivas- y comenzar a transitar el camino de las realidades para lograr el desarrollo que debió y pudo haber alcanzado hace varias décadas.

viernes, 26 de agosto de 2011

Discurso fiesta de graduación - Psicología (1999)

          Resulta muy difícil, y es un gran honor para mí, hablar en representación de un grupo tan heterogéneo. Mi idea hoy es mostrar algunas características que nos identifican como “estudiantes de psicología”.
          Me acuerdo del primer jueves de la carrera, materia Psicología General – grupo de trabajos prácticos. Yo llegaba todo durito, como me habían enseñado en el colegio y en mi fugaz paso por la facultad de Derecho. Nos hacen sentar en semicírculo y nos proponen lo siguiente: “Para presentarnos, cada uno pase al pizarrón y escriba una palabra que lo represente, explique por qué eligió esa palabra y por qué eligió la carrera”. Se imaginan lo que fue eso, todos miramos a la puerta con ganas de salir corriendo… “¡Están todos locos acá!”… “¡Me van a analizar!” (terror clásico frente a cualquiera que venga de la rama psi). Se ve que salir corriendo nos pareció que iba a ser interpretado de peor manera, así que nos quedamos. Frente a la primer pregunta aparecieron respuestas muy piolas o, mejor dicho, “muy significativas”, como estamos acostumbrados a decir ahora.
          Entre esas palabras alguno dijo “bolso, porque me gusta que me lleven pero a la vez me gusta llevar a los demás”. Otro dijo “oreja,  porque me gusta escuchar… Yo dije “bohemia”, en parte porque era como un ideal, vivir independientemente de lo material… y en parte, para hacerme el canchero (facultad de psicología, lleno de minitas…).
          A la segunda pregunta, sobre por qué habíamos elegido la carrera había algunos que, como cuando llevo a mi novia a un restaurante y dice: “¿tiene manteca?” -“Sí” -“Entonces no”, al ver las distintas carreras decían: “¿Es de hacer cuentas?” -“Sí” -“Entonces no”.
          Pero bueno, así fuimos creciendo y aprendiendo las primeras nociones de Psicología. Llegaba Freud con su teoría de la sexualidad… complejo de Edipo… ¡Sexualidad infantil! ¿qué era eso de la sexualidad en los niños?. Después alguno de nosotros iba a una reunión familiar y al saludar a un bebito le dábamos la mano… no vaya a ser que le despertáramos algún instinto impropio. Seguíamos con Freud y algún otro le decía a la novia: “mi amor, si te seguís reprimiendo así te vas a enfermar”… y no había caso, por más que le recitara el diccionario de Laplanche y las obras completas de Amorrortu, no iba a dar el brazo a torcer. Después de Freud venía Melanie Klein… y ahí ya al bebito ni lo saludábamos, por miedo a que nos clavara un cuchillo por la espalda. Era imposible incorporar todos esos conceptos sin sufrir algún tipo de cambio. Después de la clase de paranoia íbamos todos armados a la facultad.
          A medida que avanzaba la carrera pasábamos a ser el terror de nuestros amigos y familiares, ese terror del que les hablaba antes… cualquier comentario que hacías: “¡Me estás analizando!”. Es terrible… como si los médicos vieran esqueletos en vez de personas.
          Pero bueno, de golpe empezamos gesticular más cuando hablamos… usar palabras como “vivencia”, “empatía”, “neurosis”… Los de las otras carreras nos escuchan hablar al hacer un informe y se esconden, no vaya a ser que les caiga uno de esos diagnósticos asesinos sobre la cabeza.
          Y esta forma de ser se va convirtiendo en el arma infalible de los psicólogos: tanto de los profesores como de los alumnos… ¿Quién no se acuerda de Griffa en primer año cuando para hacernos callar decía algo así como: “¡qué particular es el mes de Octubre, cómo todos se vuelven tan…” o si no: “¿o por qué piensan que hoy están tan inquietos?”. Automáticamente se callaba toda la clase y se cruzaba de brazos y de piernas. O a mí, una vez una profesora para retarme porque me había quedado dormido en clase, me dijo frente a mi excusa: “tené en cuenta que nosotros miramos lo verbal y lo no verbal”.
          O nosotros, sin ir más lejos, discutiendo con un profesor por un parcial en el que, presumíamos, la performance había sido pobre: “es que no nos sentimos contenidos frente al impacto de la consigna”, “habría que ver qué está pasando con esta materia”, “fueron muchos contenidos nuevos y no estamos acostumbrados a ese lenguaje, no lo pudimos asimilar”.
          Otro gran tema del estudiante de psicología es el de los informes: Joaquín Garat tiene una frase brillante que dice así: “¿qué sería de los informes si no tuviéramos la dependencia y la impulsividad?”. Y así íbamos, al principio haciendo ensaladas de conceptos que teníamos pegados con saliva y quedaban cosas como: “de acuerdo al material recabado a lo largo de las distintas técnicas administradas durante el proceso psicodiagnóstico, se podría conjeturar que la sujeto presenta una estructura de personalidad de tipo bla bla bla, con un poquito de esto y alguna pizca de aquello…” Ya más al final los “informes” iban tomando “forma”.
          En fin, más allá de todas estas caricaturas… perdón, “estereotipias”, de lo que es el estudiante de psicología, y, a pesar de ser un grupo tan heterogéneo (como dije al principio), hay un factor que es común a todos los que emprendimos este camino. Factor común que estaba como semilla en aquellos primeros días cuando al presentarnos tirábamos al pizarrón palabras con no tan poco sentido. Detrás de ellas, y dentro de nosotros hay algo que se llama “vocación de servicio”. Todos, de alguna manera, sigamos la especialidad que sigamos, llevamos dentro ese llamado a ayudar a los demás, a poner en juego nuestra persona entera para permitir que otros vivan más plenamente. Como dice nuestro más que profesor, maestro, el Dr. Guarna, lo que cura es el amor del terapeuta. O sea que, en última instancia, nuestra herramienta de trabajo es el amor, y eso, además de ser una característica que nos identifica, es un gran desafío.

                                Muchas gracias.

El voto calificado

Sé que para mucha gente hablar de “voto calificado” es sinónimo de fascismo, discriminación y otros tantos epítetos. Quisiera, de todos modos, reflexionar un poco sobre este tema.
En mi opinión, la democracia es un mal sistema de gobierno, pero pareciera ser el mejor de los sistemas posibles. Creo que el voto de la mayoría es legítimo pero puede no ser acertado, o el más conveniente para todos.
La pregunta obvia es “¿y quién define qué es lo más conveniente para todos?”
Alguno podría responder que es Dios, pero lamentablemente nunca nos pondríamos de acuerdo en si se trata de uno de barba, Maradona o un mero invento de los hombres. Mejor darle al César lo que es del César.
Alberdi seguramente propondría que lo haga el pueblo a través de sus representantes, como para seguir la línea de la Constitución. Coincido con esta última postura, sin desmerecer las extraordinarias cualidades futbolísticas del Diego.
Ahora bien ¿es perfectible la forma como elegimos a nuestros representantes? Yo creo que al menos vale la pena analizarlo. Me parece que no todos los votos deberían valer lo mismo. De hecho, en el esquema actual, hay gente que califica para votar y gente que no (por ejemplo los presos condenados o los menores de edad). Me pregunto si no se podrán establecer algunas categorías más.
¿No debería valer más el voto del que paga los impuestos que el del evasor? Al fin y al cabo, los evasores que hoy votan están proponiendo, entre otras cosas, qué hacer con el dinero que aportan otros.
¿No tiene más elementos para elegir quien se toma el trabajo de analizar todas las propuestas de los distintos partidos versus el que ni conoce los nombres de los candidatos?
Quizás estas medidas sean inviables o puedan generar mayores fraudes pero vamos a una más simple y fácil de instrumentar: ¿no debería valer más el voto de los fiscales de mesa, que el mío? Yo posiblemente ese día me encuentre descansando tranquilo en mi casa, mientras otros muchos estarán trabajando una jornada agotadora, para garantizarnos transparencia en el proceso. Una manera podría ser dejarlos votar dos veces.
Algunos, de un lado y de otro, querrán entender en esto un interés por limitar el voto de los pobres en favor de quienes tienen acceso a un nivel de “educación superior”. Pero no es ése el corte propuesto, sino que busca lograr reducir la cuota de azar en las elecciones y darle mayor peso a la opinión de quienes objetivamente muestren mayor compromiso con el país en general y con el proceso eleccionario en particular. En definitiva, discriminar el voto responsable, del voto menos responsable.
Quien crea que esto implicaría una violación al derecho inalienable de votar, o apenas un disparate, debería considerar que mediante el sistema actual, cabe la posibilidad de que la mayoría vote en favor de un partido que promueva y apruebe una ley para implementar el voto calificado.

Los méritos K

- Extraordinario crecimiento económico: Depende qué es lo que se mide. En todo caso, no difiere mucho del de los países vecinos. Salvo que acá la inflación viene siendo 3, 4 o 5 veces más alta y que la crisis 2001/2002 había dejado buenas condiciones para "rebotar". El crecimiento en la recaudación provino más de la inflación y el precio de la soja (unos 150 U$S la tonelada con DLR y entre 300 y casi 600 durante la era K) que de incluir a más actores al mercado "blanco" o incremento de la productividad.
- La recuperación del empleo es muy relativa. Habría que ver cómo da la cuenta si comparás empleo privado en los denostados 90 versus empleo privado ahora. Dudo que haya mucho más empleo genuino. Suponiendo que esto es así, y creció el empleo a las tasas que indican, entonces no se explica por qué sigue habiendo una porción tan grande de empleados en negro.
- Asignación Universal x hijo: Lo que era un proyecto de la Coalición Cívica que venía siendo propuesto en el Congreso desde hacía mucho tiempo, lo sacaron por decreto, implementado de una manera, a mi criterio, menos eficiente y transparente (la CC proponía dárselo a todos, una manera de reducir el clientelismo y evitar que el ingreso por subsidio desplace al ingreso por trabajo en blanco). Por otra parte, sería más apropiado llamarle "limosna para padres que no tienen trabajo en blanco", como para que por lo menos el mensaje sea que los destinatarios no han hecho ningún mérito para recibirla y que existe otro argentino que lo está pagando. Tener que estar dando dádivas para que la gente no se muera de hambre debería ser señal de vergüenza más que de orgullo. Con todo, la prefiero antes que tener gente muriéndose de hambre.
- Ampliación de las jubilaciones: Agregaron a los futuros gobiernos una deuda imposible de pagar. Además de haber cada vez menos aportantes por jubilado (antes 4 a 1, hoy 1,5 a 1, mañana...), sumaron a un montón de gente que nunca aportó. Obviamente la cuenta no da, y quienes sí aportaron, cobran mierda. Debieron haber separado en todo caso lo que es subsidio a la vejez de lo que es ahorro para la vejez. Sería interesante un análisis de un actuario para ver la magnitud el quilombo a futuro que generaron en este tema.
- Recuperación de autoridad estatal ante las corporaciones: Personalmente creo que a la gente le chupa un huevo este tema. Imagino que se refiere a Clarín, quienes de 2003 a 2008 fueron carmelitas descalzas pero de golpe se transformaron en un villano de película de Bond. Generaron una especie de lógica fanática, según la cual toda opinión contraria responde a intereses espurios, mientras ellos son seres iluminados que nos enseñan la verdad.
- Política de Derechos Humanos: Tipos que asesinaron y torturaron para instaurar una dictadura al mejor estilo Stalin se pasean campantes por la calle, o forman parte del gobierno; mientras quienes los combatieron se pudren en la cárcel procesados pero sin sentencia firme.
- Seducción a los jóvenes: Per se no tiene nada de bueno. Prefiero a los jóvenes estudiando y trabajando por crear o crecer empresas haciéndolas más eficientes y rentables antes que tocando el bombo y cantando pretendiendo que están derrocando a Batista.
Agregale Aerolíneas (otro muerto que genera pérdidas extraordinarias), Fútbol para todos (un costosísimo mecanismo de propaganda oficial), los escándalos de corrupción (Jaime y Schoklender siguen sueltos), el crecimiento del gasto público, la emisión descontrolada...
A todo esto, te forrean. Te dicen: "vos querés el ajuste, querés volver al pasado", cuando todos los desastres que están haciendo ya se hicieron y ya resultaron en las mismas catástrofes de las que se quejan.
Es como si un violador le dijera a su víctima: "¿de qué te quejás? encima que te doy amor... algún día comprenderás y me lo vas a agradecer"

En qué se nos va la plata?

Así empiezan muchas discusiones con mi mujer. Ella cree que gasto mucho en deportes y yo no logro comprender las liquidaciones. Por lo general terminamos haciendo una tablita y empezamos con la generala. Yo tacho algunos lujos y ella otros tantos. TV por cable, Internet y auto entre otros, se discuten pero por ahora zafan. Otros rubros como colegio, deudas y comida, por culpa de Maslow, se pagan y ya.
Es llamativo el criterio del gobierno para jugar a este juego. Si la plata no alcanza, quizás sea más razonable dejarlo al fútbol que siga secuestrado, aguantárnosla sin tener una aerolínea bandera y usar eso para pagar a los acreedores, sean buitres o jubilados o escuelas u hospitales…
Pedirles que bajen el gasto no es proponer el default. En definitiva, algo tendrán que tachar.

Los personajes insoportables del golf

Amigos, ayer en el bondi se me ocurría armar un post a partir del cual podamos armar un inventario de los personajes que pululan por las canchas de golf. Reconozco que de muchos de ellos tengo algo y mis habituales compañeros de golf otro tanto. La idea es jugar con esto y, quizás, hacer un pequeño aporte a la etiqueta del golf, pero desde un enfoque diferente. Espero ansioso sus comentarios.
1) El consejero: Un verdadero clásico. Antes de que vayas a buscar el divot, que voló más lejos que tu pelota, te dice: "le sacaste la vista" o "le hiciste mucha fuerza" o "está muy alto/bajo ese T" o...
2) El calentón: Se la pasa puteando toda la vuelta, revoleando palos, cuando hace par se queja porque podría haber sido birdie, cuando hace un tiro malo espeta un "qué mala lecheeee!" y así. Hizo -4 y dice: "sí, pero si metía esos 2 putts que me comí, más la que tiré a la calle" (pero se olvida de la sacada de bunker que fue adentro).
3) El falso humilde: Realmente insoportable. 15 de hcp, approach de 150 yds en regulación a 5 metros de la bandera y dice: "nooo! soltále la muñecaaa!" (o cualquier otra indicación técnica al tono).
4) El engreído: Aburre en el bar del 9 y en el del 18 contando cada una sus proezas golfísticas. Si contás que hiciste un birdie en un hoyo, o bien cuenta la vez que hizo un águila, o dice, "sí, es una canchita linda ésa, te da buenas chances".
5) El imbécil: es el único epíteto agresivo que puse, y realmente lo merecen. Deberían ser proscriptos. Los que no levantan los piques, no reponen los divots, no rastrillan los bunkers, etc.
6) El Mentalista: Les habla a todas las bolas, desde su putt de 30 cm hasta a las del resto de la línea: "volá", "bajá", "ahora caé", "sshhh!", "volvé!", "frená!".
7) El talibán: Éste es polémico. Son los fanáticos del reglamento y la etiqueta, siempre más preocupados por ver qué hacen todos los otros jugadores de la cancha que por su juego. Pueden llegar a pedir la pena de muerte para un tipo que se les para en la línea del putt... a 200 yardas!
8) El ruidoso: Te habla hasta el segundo antes de impactarla, se pone a acomodar los palos, limpiar la pelota, sacudir los zapatos, cuando estás por pegar. Jamás percibe que hay otras personas en los fairways o greens contiguos: "Tito! Vos cuánto hiciste en el anterior?" Desde la otra punta. O el festejo de un chip magistral del compañero que se metió por la cocina, mientras vos estás por jugar tu putt (particularmente en La Colina, en donde se escucha todo, deambulan estos sujetos, sobre todo en el green compartido).
9) El pollerudo: Le suena el celular 3 veces por hoyo y cuando termina se va casi sin saludar porque la patrona lo mata.
10) El ejecutivo: Por lo general con blackberry, manda mails, habla por teléfono, pone cara de "un día que no estoy en la oficina y se descalabra todo, ché!". Al igual que en el caso anterior, si después de cortar, hace un mal golpe, remata con un "y qué querés?"
11) El inconsciente: Jamás grita "fore!".
12) El inculto: En vez de "fore!" grita "baall" o "booo!" o simplemente "oooohhh".
13) Lord Cheselin: Grita, en un perfecto british english: "FOOOOORE!" (pronunciado impecablemente, te sentís en Turnberry).
14) El exagerado: Grita "fore!" hasta con un putt que se cae del green.
15) La tortuga ninja: Se toma 257 swings de práctica, tiene una rutina soporífera, paisajea la cancha (le falta termo y el mate) y cuando llega al green mira la caída hasta desde el club house.
16) El frenético: Caso típico: Los de adelante la vienen pateando, ergo, siempre jugás el green con los de atrás esperando. Si llegó antes que vos al green, saca la bandera, juega su putt, la vuelve a poner y se va trotando al T del hoyo siguiente.
17) El cometero: Unta al starter para conseguir buenos horarios en días difíciles (x ej, sábado a la mañana).
18) El starter pedante: Le chupa las medias a los socios tradicionales (y a los cometeros también), y forrea a todo el resto. Es el que cuando tenías una salida 8:40 te dice: "maestro, salís 8:50, está un poco atrasado" y adelante se te manda haciéndole un guiño un... por decir algo... Carlos Saúl.
19) Rafa Nadal: El que después de cada buen golpe o de cada par saca un "VAMOS!"
20) El autista: Sólo piensa en su juego. Te camina adelante, le tenés que pedir que se corra cada vez que vas a pegar. No te busca/encuentra una pelota ni por casualidad. Siendo tu marker, después de que metés tu putt para birdie te pregunta: "cuánto fue eso?" (al igual que en todos los otros hoyos). O viene y te dice: "no te anoté los últimos 5 hoyos, me dictás?".
21) El condescendiente: El sutil es el que cuando después de meterle 27 hachazos en el mismo hoyo hacés un chip que queda a 2 metros y te dice: "bieeeen! buenaaa! vamos! qué buen toque!". El burdo es cuando pegás un drive de 250 yds al medio que queda 30 atrás de la de él y te díce: "muy bueeenaaa!! la estás matando! estás pegando largo, eh?"
22) El trucho: Presenta sólo las tarjetas buenas, sólo para fanfarronear con el handicap.
23) El chorro: Se afana golpes, por lo general redondea hacia abajo y para él, las papas aéreas, sólo son golpe si los demás lo vieron. Los más pertinaces, tratan de disimular la papa aérea haciendo como que fue un swing de práctica, dan dos pasitos atrás, vuelven a mirar la línea y repiten el movimiento (parecido a cuando a uno se le escapa un ruidito y trata de replicarlo con el zapato o con la silla, pero no suena igual).
24) El ladrón de pelotas: Se encuentra una pelota en la cancha, relojea un poquito y... matanga! a la bolsa. Después si llegás a buscarla por ahí, se va silbando bajito o se hace el que te ayuda a buscarla.
25) El paranoico: Se cruza de fairway. Vos estás parado, listo para pegarle y te dice "chst! chst! Titleist 4? Me parece que es la mía". "No, Callaway" e igual pasa cerquita y la pispea por las dudas.
26) El asqueroso: Trata al caddie como si fuese un esclavo de los campos de algodón... o más sutilmente, no advierte la presencia del caddie al momento de elegir los temas de conversación (es difícil de explicar, ustedes entienden).

Bueno, al final se hizo eterno! De verdad, cuando empecé, pensaba escribir sólo 3 o 4. Fue como una catarsis. No crean que soy tan intolerante. Me encanta el golf y disfruto grandes rondas con varios de los personajes mencionados arriba. En otro post contaré algún día la vez que jugué un torneo de 3 días con un compañero que reunía los puntos 1, 2, 3 y 4!!!

Por favor agreguen más y, si les divierte, cuéntenme cuáles son sus favoritos, o los que más los irritan, o lo que quieran.
Abrazo de hoyo en uno.

Top Ten - momentos para revolear palos, bolsa, etc.


Hace tiempo que ando falto de creatividad. Hoy me desperté con este tema en la cabeza.
Desde ya desapruebo este tipo de conductas y pocas veces he caído en estos arrebatos de ira. Probablemente la última haya sido hace años en Smithfield: Venía perdiendo feo un match. Hoyo 15, salida fuerte al medio. 2do tiro fácil. Me acomodo con mi flamante gap wedge Vokey - oil can. Papa pesada de 10 yds. Explosión de ira, callado hago un giro cual lanzador olímpico de martillo y lo despido. Esa fue la última vez que lo vi... flameando por los cielos, saludándome desde el aire, casi sonriendo, como diciendo: "a mí me tratás bien o me voy a la mierda". Imposible treparme a esos pinos. Imposible reclamarlo como objeto perdido. Imposible... Cada tanto vuelvo a esa gran cancha y al pasar por ese fairway miro hacia arriba con una mezcla de ilusión y nostalgia y me pregunto si ya me habrá perdonado. Si seguirá allá arriba ofendido, o si hoy hace magia en las manos de algún otro golfista, que sí sabe tratarlo como se merece.

En fin, va mi top ten:

1) Jugar a buena y que quede igual de mala o peor (agua, injugable, papa, rebote inesperado, etc).
2) Fallar un putt dado... más aún si te queda más lejos que antes.
3) Pararte para slice y que salga hook o vicerveza.
4) Pegar un tiro que lo sentís perfecto, lo ves volar perfecto, guardás el palo en la bolsa con una sonrisa perfecta... y de golpe lo ves que: o se pasa de aire (para mí más frustrante) o se queda muy corto.
5) Filazo desde el bunker
6) Socket (sobre todo porque cuando viene uno nunca sabe cuándo se va).
7) Cuando alguien te da un consejo, no le hacés caso y te sale mal… más aún si agrega un “te dije” (aunque sea con la mirada).
8) Cuando el que atrasa es el de adelante y viene el capitán a apurarte a vos.
9) 2 (o más) seguidas al agua o fuera de límites.
10) Cuando te molestan (hablar, ruido, sombra, moverse, etc) antes de pegar y el tiro sale horrible. Haya sido causado por eso o no, hayas tenido tiempo de frenar y volver a tomar el stance o no, si el tiro sale malo dan ganas de putearlo, pero como el orgullo no te deja echarle la culpa al otro de tus errores, la liga el palo.

Un abrazo y ya saben… si andan por Smithfield, por favor sacarse la gorra con respeto en el fw del 15, al pasar por los árboles de la izquierda (y luego ponerse el casco, por las dudas!).

Fito y Aníbal contra los fantasmas


Si quienes gobiernan son seres iluminados que nos defienden de la manipulación a la que nos someten poderosos demonios; si lo hacen para transformarnos en un país justo, sin pobreza ni corrupción; entonces es lógico sentir rechazo por aquellos que se oponen a semejante epopeya. Bien vale para necios e ingenuos agotar todos los recursos para revelarles la verdad: Fútbol, radio, programas cool, diarios gratuitos y hasta cadena nacional. Para los otros, en cambio, los que no son tontos a exorcizar sino cómplices del eje del mal, caben el asedio y el escarnio público.
Así, otros medios, con escasos segmentos de política, que interesan a un pequeño porcentaje de la población, devienen en Goliat; mientras David gobierna con ambas cámaras o por decreto, con la fotocopiadora del Banco Central a un lado y la cosechadora de la AFIP del otro. ¿Quién mejor que este rey bueno para quitar, dar y redistribuir méritos?
Por lo menos 47% de los porteños se reparten entre víctimas y victimarios. Mientras Fito y Aníbal juegan a los cazafantasmas interpretando que se votaron globos, otros creemos que prefirieron globos a este nuevo Mesías.

Ellos la empezaron


Según varios autores de la Psicología, uno de los factores fundamentales para la salud mental es una especie de confianza básica auténtica a partir de la cual uno percibe el mundo de manera integrada, reconociendo en las cosas tanto sus aspectos positivos como lo negativo.
Mirando la realidad Argentina actual, me parece que andamos necesitando terapia. Hemos llegado a un grado de polarización tal que se hace casi imposible construir un futuro mejor. Caminar entre enemigos nos hace estar a la defensiva, atacar. Tomamos la parte por el todo y así, mientras uno es cipayo del imperio, el otro es un ignorante manipulado, y aquél habla con la izquierda pero cobra con la derecha. Son todos corruptos, y el que roba a un ladrón… Con esta lógica, el fin justifica los medios (volvimos a las Cruzadas). Es aquel juego hipotético de si matar o no a Hitler antes del holocausto.
Mientras sigamos pensando que nos gobierna un enviado divino (o del demonio, da igual), seguiremos con estas guerras pírricas.
No creo que tengamos que andar por las calles tomados de la mano, pero quizás sí, como nos aconsejó Mujica, deberíamos querernos un poco más. Tomar la síntesis hegeliana de los marxistas, el respeto por el otro de los liberales, el abrazo de Perón con Balbín.
Siento que somos niños malcriados. No deberíamos tener tiempo para andar pelándonos.
“Ellos la empezaron”, podría decir alguno.
A mi modo de ver, este gobierno empeoró las cosas. Ojalá que los argentinos podamos confiar en el próximo presidente y que éste tenga la capacidad para integrarnos, sin ser Dios ni el diablo, sólo un gobernante.