martes, 13 de septiembre de 2011

Mi primera salida de golf

Hasta ese día el golf había sido para mí "un deporte de viejos", pero como no tenía nada que hacer y se estaban yendo a jugar, decidí sumarme. El lugar era La Tahona, canchón en Uruguay, a pasitos del aeropuerto de Carrasco.
Jugamos sólo 9. Salí de bochas amarillas y me daban un golpe por hoyo. Lo perdí en el 9. Los momentos salientes fueron 2.
1) (aburrido) En un par 3 de aprox 165 (creo que el hoyo 6) la puse al green con un hierro 4 haciendo caso omiso de mi compañero y ocasional profe, que me sugería jugarla a buena a la izquierda. Me dije la frase fatídica: "ya le encontré la vuelta a esto del golf... tengo talento innato". Hice 5 putts o más.
2) (antológico) El segundo episodio fue en el hoyo 9 y es más gracioso. Par 5 con dogleg a la derecha. El tiro número quichicientos se me abre con un slice espantoso y va a parar al medio de un muy lindo jardín. El dueño se encontraba cortando el pasto, muy tranquilo (le faltaba el mate). Cuando me dirijo echando espuma por la boca y humo por la cabeza con el hierro 7 en la mano hacia el jardín, mi compañero, profe y residente del club me aconseja: "pedile permiso, eh?". No sé qué falso contacto hice en mis neuronas. Hasta ese momento pensaba en ir a levantar la pelota y ponerla en juego adentro de la cancha, pero a esa frase la decodifiqué de la siguiente manera: "si la querés jugar desde ahí, tenés que pedirle permiso al hombre que está cortando el pasto en su casa".
Pedí permiso entonces. Tomé mi naciente stance y saqué una napolitana con fritas. La pelota por suerte volvió al fw y, como buen golfista, repuse el divot en su lugar. Saludé y agradecí, ante la atónita mirada del propietario, y volví sonriente a finalizar el inicio de un deporte que jamás abandonaré.
Reconozco que la anécdota me resulta más graciosa ahora, que juego, que en aquel entonces

No hay comentarios:

Publicar un comentario