domingo, 19 de octubre de 2014

Alex Freyre, Alperovich y el Síndrome del Monumento a Washington

A fines de los 60, la administración de Nixon redujo el presupuesto del National Parks Service. En respuesta, su director, George Harzog, resolvió cerrar todos los parques nacionales dos días a la semana, incluidos el del Gran Cañón del Colorado y el -más cercano al Congreso- Washington Monument Park. La reacción de los turistas se hizo escuchar de inmediato, logrando que la partida fuera finalmente restituida. De ahí que a esta estrategia (para algunos, chantaje) se la conozca como el Síndrome del Monumento a Washington.

En nuestro país comienza a levantar temperatura la campaña electoral 2015 y ya escuchamos a políticos, cual madres culpógenas, extorsionar a la ciudadanía con las 10 plagas de Egipto ante la menor insinuación de disciplina fiscal. Desafía el oficialismo a quien proponga un poco de austeridad y la oposición, rápida de reflejos para morder el anzuelo, acaba dando explicaciones y rindiendo cuentas a los que vienen gobernando desde hace tres mandatos.

Habiendo aumentado la presión impositiva en más de un 60% (la más alta de la región y de nuestra historia), no se preguntan por qué 150 mil millones de dólares de gasto no les alcanzan. No se les ocurre mirar las fortunas que pierde a diario la aerolínea de bandera. Tampoco analizar los costos de la “batalla cultural” con sus festivales, sus subsidios al cine, los programas de propaganda oficial o el Fútbol Para Todos. Menos aún preguntar si son imprescindibles los 4 millones de empleados públicos (casi el doble que en 2002) o cuestionar los 60 mil dólares que pagamos por cada graduado de universidad estatal.

En cambio, sugiere el señor Alex Freyre que la primera línea de costos a tachar serían los medicamentos para pacientes con enfermedades mortales. Alerta, por su parte, el gobernador Alperovich que los siguientes ítems del recorte podrían ser las jubilaciones y la Asignación Universal por Hijo, ante el aplauso rabioso de la militancia y la sonrisa aliviada de los contratistas del estado.

Es que eso de administrar presupuestos eficientemente, cumplir sentencias judiciales, honrar deudas, y proveer servicios de calidad para subsistir son meras banalidades que atañen sólo a los burgueses del sector privado.

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