A veces tengo un extraño sueño en el cual la eterna división entre los
argentinos se ve finalmente consumada. Imagino un experimento similar al
de la Alemania de la posguerra. Dos Estados independientes separados
por un muro.
De un lado quedarían los patriotas progresistas
disfrutando del Estado benefactor que protege a su pueblo del
imperialismo y las corporaciones. Al otro lado nos
iríamos los mezquinos vendepatria abandonados al salvaje mercado y
condenados a las horribles consecuencias de procurar la seguridad
jurídica y la
austeridad fiscal.
En el "pan y queso" que elijan el lado que más les guste. Nosotros cantamos la Constitución de Alberdi.
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